El flamante ganador de La Vuelta a España 2016, el colombiano Nairo Quintana, nunca hubiera descubierto su talento innato para el ciclismo si su escuela no hubiera estado situada a 21 kilómetros de su casa pendiente abajo y su padre no le hubiera regalado una bicicleta para ir a estudiar a diario. Ahora este colombiano nacido en el seno de una familia campesina no sería rico, exitoso y feliz gracias a haber desarrollado su don.
¿Quién puede saber qué talentos ocultos poseemos y que seguramente nunca saldrán a la luz? Quizá si nos iniciáramos a la acuarela, descubriríamos nuestra predisposición natural a ello. O a tocar algún instrumento musical. O quizá seríamos estupendos vendedores si nos hiciésemos comerciales o inspiradores profesores si nos dedicáramos a la educación, o geniales escritores si cogiéramos papel y boli.
Probemos diferentes cosas y, si algo se nos da bien y nos gusta, saquémosle partido. O quizá lo tengamos ya identificado, aparcado por falta de tiempo, a tan solo un paso: actuar. Como sentenció el inolvidable Charles Dickens, "el hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta". ¿A qué esperas?
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